Yo también tengo algo que decir a los pro-vida que leen esto. Sí, a ustedes, los autoproclamados guardianes de la existencia, los nobles salvadores que creen que cerrar todas las salidas transforma de algún modo una prisión en un paraíso. Qué reconfortante debe ser despertarse cada mañana con la certeza inquebrantable de que uno está del lado correcto de la historia, de que simplemente con quitar una llave se ha borrado la existencia de la puerta. Es casi conmovedor. Casi.
Crees que estás salvando a la gente, pero diez centavos, ¿te has preguntado alguna vez por qué nadie te da las gracias? ¿Por qué aquellos a quienes "rescatas" no te colman de gratitud? ¿Por qué, en lugar de reverencia, te recibes con un desprecio silencioso, con exasperación, con un desdén absoluto? Debería darte qué pensar, pero, por supuesto, no lo hará. Porque no escuchas. No te importa. No salvas a la gente, crea una narrativa. Y tu obra maestra es ésta: asegurar que cada suicidio sea una exhibición, un espectáculo, un cuadro grotesco para que el mundo lo vea. Un suicidio nunca debe ser racional. Nunca debe ser considerado. Nunca debe ser silencioso. Siempre debe ser desesperado, caótico, perturbado. Solo entonces puedes señalar y decir: "¿Ves? Estaban enfermos. Necesitaban ayuda, no una salida". Qué conveniente para ti.
Y así, elimina toda salida digna, borras toda alternativa pacífica, te aseguras de que quienes desean irse lo hagan de la manera más violenta y pública posible. No detengas a nadie. Simplemente los obliga a acorralarse en un rincón donde las únicas opciones que quedan son las que confirman tus creencias. Los arrojan bajo trenes, desde los tejados, hacia sogas, los arrojan por el pavimento a la vista de un público reticente. Y luego, con solemnes gestos de aprobación, declara: "No estaban en su sano juicio". Porque, por supuesto, ninguna persona racional elegiría ese método. Ningún individuo cuerdo tomaría ese camino. Y así, por tu diseño, cada suicidio se convierte en un acto de locura, porque ha hecho imposible que sea otra cosa.
Éste es vuestro juego. Ésta es vuestra obra maestra. No la prevención de la muerte, sino su renovación. No la preservación de la vida, sino la destrucción de la elección. No queréis salvar a nadie; Deseamos redefinir a las personas, reducirlas a nada más que una historia con moraleja, una estadística trágica, una anécdota utilizada para reforzar nuestro dogma. Cada método que prohibáis, cada salida que selláis, cada alternativa que elimináis, asegura que los únicos suicidios que quedan tan caóticos, tan públicos, tan perturbadores, que su mera visión justifica toda vuestra ideología. El suicidio racional no debe existir. La salida silenciosa debe ser borrada. La única forma de irse debe ser un acto de horror, una prueba de patología, una confirmación indiscutible de que quienes desean irse no son más que mentes rotas que necesitan ser salvadas.
Y mientras os felices por otra victoria, otra vida "salvada" gracias a la pura fuerza de la negación, alguien, en algún lugar, está haciendo exactamente lo que vosotros habéis hecho inevitable. Alguien está eligiendo la única opción que le habéis dejado. Pero no importa, ¿verdad? Porque al final, tu objetivo se ha logrado: otro lunático en los titulares, otra historia que refuerza tu argumento. Y así seguiréis construyendo vuestros muros, soportando vuestras restricciones, dándoos palmaditas en la espalda por haber "prevenido" otra tragedia, cuando lo único que habéis hecho es retrasarla, amplificarla y asegurar que ocurra de la forma más brutal posible.
Éste es vuestro triunfo: un mundo donde el sufrimiento está permitido, pero la dignidad está prohibida. Un mundo del que no se puede partir tranquilamente, sino en medio del caos y la destrucción. Un mundo donde a quienes desean irse no se les permite una despedida racional, sino que se les conduce a espectáculos grotescos que confirman todo lo que queréis creer. Y en este gran teatro que habéis construido, ocuparéis el lugar que os corresponde, no como héroes, ni como salvadores, sino como el público encantado que contempla el espectáculo que habéis diseñado. Enhorabuena. Os habéis ganado un asiento en primera fila.